En el tiempo de ausencia del rey Fernando se inició la Guerra de la Independencia Española, con tres componentes principales: la Guerra de la Independencia en sentido estricto, una guerra internacional y una revolución (las Cortes de Cádiz). Zaragoza soportó los conocidos Sitios de 1808 y 1809, y tuvo lugar un renacimiento de las Cortes aragonesas (presididas por el general Palafox el 9 de junio de 1808).
Reyes de Aragón
Carlos IV
Hijo de Carlos III y María Amalia de Sajonia, nacido en Nápoles, llegó a Madrid, donde heredó la corona y también a Floridablanca, persona de confianza de su padre, pero que pronto fue sustituida por el aragonés conde de Aranda, que mantenía una tesis de neutralidad armada frente a la Revolución francesa, pero que solo siguió unos meses, ya que las intrigas hicieron acceder a la confianza del soberano a Manuel Godoy, apoyado por la reina.La progresiva asimilación de los aragoneses al sistema castellano se advierte en las Cortes de Castilla a las que se fueron incorporando por decisión de la Monarquía, de modo que a las últimas del siglo, celebradas en 1789, acudieron los representantes de Zaragoza, Fraga, Calatayud, Tarazona, Jaca Teruel y Jaca. Los acontecimientos de 1793 en Francia (culminaron con la decapitación de Luis XVI y de la reina María Atonieta) dieron como respuesta la declaración de guerra contra la Convención, en la que se distinguió el general aragonés Ricardos, pero en 1795 el curso negativo de la guerra obligó a que Godoy aconsejara firmar la paz, lo que se hizo en Basilea. La firma de ese tratado supuso una alianza con la República Francesa (San Ildefonso, 1796), con la consiguiente declaración de guerra a Gran Bretaña, lo que perjudicó notablemente a la Monarquía hispana. Caída de Godoy, cambios numerosos y vuelta del favorito, encontraron las presiones de Napoleón Bonaparte para declarar la guerra a Portugal, consiguiendo el ejército comandado por el favorito, como generalísimo, vencer a los portugueses con lo que les permitió cortar las comunicaciones con los británicos. En alguna de sus salidas de Madrid, los reyes estuvieron en Zaragoza (1802. Napoleón, ya emperador (1804), obligó a la Monarquía hispana a entrar en guerra con Gran Bretaña, destacando como consecuencia el desastre de la Marina española en Trafalgar (1805), lo que supuso un agravamiento de la crisis económica existente y el debilitamiento de Godoy. La situación creó una tendencia a producir un apoyo al Príncipe de Asturias, quien deseaba sustituir a su padre, aunque el primer intento fue infructuoso y desembocó en el denominado Proceso de El Escorial (1807). En el Tratado de Fontainebleau (1807) se convino en que una fuerza hispano-francesa intervendría en Portugal para dividirlo en tres partes y repartirlo, pero la entrada de fuerzas francesas de un modo incontrolado hizo sospechar que se trataba de una estratagema, aunque el príncipe Fernando pensó que se trataba de una ayuda a su persona, con lo cual mediante el Motín de Aranjuez se hizo abdicar al Rey, con la consiguiente proclamación de Fernando (VII en Castilla, IV en Aragón). Carlos IV salió al destierro con su esposa; primero en Francia (Compiégne, Marsella) y luego en Italia, donde se mantuvieron hasta el fallecimiento de Carlos en Roma (1819).
Guías para la divulgación del Estatuto de Autonomía de Aragón de 2007
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